Cualquier ciudad enorme produce en el recién llegado una mezcla de emociones, siempre encontradas. Hostil, maravillosa, avasallante, cada urbe es un mundo que nos deja pequeños y a la vez nos encanta. Vale para Buenos Aires (donde resido) como para cualquier otra capital del mundo. Pero sin lugar a duda Nueva York está en el top del podio al respecto. Ese gentil y a la vez aterrorizante anonimato, que nos permite mezclarnos y hacer casi lo que nos plazca sin ser juzgados (todo lo contrario a los pueblos pequeños), también nos sumerge en una soledad existencial. La mezcla es deliciosa e impactante. Es la mezcla propia de la experiencia de la modernidad.
Sólo el amor puede retratar a la ciudad que nunca duerme

En este caso las miradas, amorosas y también críticas, son las de Scorsese y Lebowitz, en esta miniserie documental que pone a la ciudad bajo la lupa de estos dos genios y que Netflix tiene el acierto magistral de ponerla en su plataforma. Siete episodios, brillantes, divertidos y también llenos de reflexión para quienes, si bien no conocemos Nueva York, la amamos de algún modo por medio del cine. Baste citar a Woody Allen, para no caer en listas extenuantes.
Una suerte de stand up lúcido

Tal vez sea un género aplicable a “Supongamos que Nueva York es una ciudad”, aunque la miniserie va mucho más allá. Entretiene y a la vez nos muestra la entraña de este monstruo adorable que es una ciudad, que es esta ciudad. Los discursos interminables, inteligentes y agudos de Lebowitz se complementan con el genio incontestable de Scorsese, que oficia de maestro de ceremonias. El montaje en el que se combinan materiales actuales (fotografía inspirada de Ellen Kuras) con imágenes de archivo, luce una plena vitalidad sumada a la banda sonora sumamente cuidada.
Una fórmula infalible

Scorsese y Lebowitz, yendo y viniendo de lo banal a lo trascendente, desde los setenta a las dificultades inmobiliarias cuando tenés una cantidad infernal de libros (me siento tan pero tan identificada con esto último), la terrible aventura en el metro, anécdotas con personajes de la magnitud de Charles Mingus; hacen de “Supongamos que Nueva York es una ciudad” se proponga como el gran estreno de Netflix de este año, al menos en su género. Yo, me apunto para verla.