Quizás el cine de este principio de siglo no haya podido aún captar el espíritu de su tiempo. No como el que sí lo logró en los noventa, con algunos tópicos que siguen buscando su lugar hoy en día. ¿O sí está pudiendo? A lo mejor es esto: los grandes monopolios audiovisuales nos bombardean con tres o cuatro fórmulas replicadas por mil series y películas mediocres. Y mientras, por afuera, se hace otro cine que vale la pena interpelar.
Warning es una película estadounidense, ópera prima de la directora Agata Alexander que se puede ver en su plataforma pirata de confianza. Warning es una cuasi distopía que tiene la intención de abarcar bien de frente temas existenciales de siempre, pero en estos tiempos. Para eso se mueve un poco a un futuro bien cercano y plausible y desde allí se pregunta por el amor, el cuerpo, la muerte, la soledad, el tiempo. Y lo hace bien.
La película prefiere prescindir de la pompa -o está obligada por su presupuesto- y para eso, descentra varias historias, como una espiral de cinco brazos, cuyo centro es la reflexión pura y dura de un astronauta mediopelo que se pierde en el espacio.
Y así despliega, sin mucha molestia por entramarlas, historias que con buenas actuaciones, sobriedad en el humor y en la estética, logran suplir la grandilocuencia tecnológica que subyace a su discurso para volverlo una reflexión casi siempre ética y existencial. Un coro de historias que buscan un punto que no es, que no ancla mucho, o lo hace torpemente, de la misma manera que nosotros en este mundo que se desvanece.
